El duelo, la reconstrucción total.

Los seres humanos nos guiamos por una serie de ideas, creencias y significados que hemos construido a lo largo de nuestra vida, dándole así significado a nuestro mundo y orden a nuestra existencia. Estos significados no son para nada universales, variaran de sociedad en sociedad y de individuo a individuo, mientras que para una persona un tipo de pérdida reafirma los significados y creencias que se tienen de cómo debe ser la vida, para otra persona el mismo tipo de pérdida cuestionará profundamente los significados que la han regido hasta entonces.

Es por lo anterior descrito que para tratar de entender el desarrollo del duelo en las personas es necesario conocer el tipo de sociedad en la que se desenvuelve el doliente, en qué tipo de familia creció, sus creencias, en fin, todos esos aspectos que nos dan una visión propia del mundo.

La pérdida llega, cuestiona y, en ocasiones, arrasa de golpe con los significados que durante nuestra vida hemos ido construyendo, significados que nos dan un lugar ante el mundo, principios que nos dicen que es “bueno” y que es “malo” y nos han servido de guía para actuar en la vida, Es así como el duelo que sobrevine de la pérdida nos lleva a un proceso de “resignificación” total de nuestras vidas que nos ayude a entender, asimilar y dar sentido a la pérdida.

El duelo no se trata sólo de “dejar descansar al fallecido”, de “olvidar la infidelidad del esposo” de “esperar un milagro para curar la enfermedad”, de “echarle ganas” o de “tener ánimos”. El duelo es un proceso en el cual tenemos que aceptar esa nueva realidad y partir de ahí para construir nuevos significados que nos ayuden a comprender ese nuevo mundo del que somos participes, un nuevo mundo en el que ya no veré a mi familiar, en el que la amputación de algún miembro no me permita desempeñar las labores que he venido haciendo toda mi vida, un mundo que cambiará para siempre por la pérdida de algún sentido, un mundo sin mi pareja sentimental, etc. No será un proceso fácil, hay ansiedad e incertidumbre ante el futuro, hay dolor, tristeza, enojo, culpas, incredibilidad, malestares físicos, etc. y se deberá trabajar con cada una de las emociones y sentimientos que se desaten durante el duelo para lograr una buena conclusión del mismo.

Sin dudar el duelo es un proceso que pasa de ser privado a ser público, la familia, amigos, terapeutas, la religión y la sociedad en la que vivimos juegan un papel muy importante en el buen desarrollo del duelo. Son ellos desde sus mejores intenciones los que nos ayudan a reinterpretar el mundo en el que vivimos, nos ayudan a descubrir y adquirir nuevas herramientas que nos permitan seguir adelante. Y esta es la razón principal por la que debemos conocer más sobre el tema del duelo para poder acompañar de buena manera al doliente en este camino largo y doloroso.

Ni la persona ni el mundo son los mismos después de una pérdida, ¿Después de un duelo crecemos como personas y maduramos como seres humanos? si, pero eso duelo, crecer duele y mucho. ¿Volveremos a reír? ¿Volveremos a disfrutar?, Sin duda, pero aprender a reír nuevamente y disfrutar la vida sin lo que se perdió dolerá.

No olvidemos que el duelo es un proceso que nosotros mismos hacemos y que lleva tiempo, pues reconstruir la vida puede ser tarea de años. Veamos al duelo como un proceso de reconstrucción total de la vida, no lo menospreciemos, no lo aceleremos, no lo neguemos, apoyémonos en nuestras creencias, en nuestra familia, pero sobre todo tengamos fe en nosotros y usemos nuestras herramientas y aprendamos nuevas para lograr llegar a cerrar el duelo de buena manera.

Isaac Hernández.

Psicólogo.

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